En 1984, el American National Institute of Mental Health elaboró consensuadamente la conclusión de que una buena condición física se asocia positivamente con la salud mental, emocional y el bienestar, y que el ejercicio físico moderado ayuda a reducir depresiones moderadas y leves, dándose éstos beneficios en todas las edades y sexos.
El concepto de “bienestar”, incluye un buen estado de salud y vitalidad, basándose en distintos componentes como: físico, emocional, intelectual, espiritual, relaciones interpersonales sociales y ambientales. Todos estos factores están interconexionados, haciendo que un cambio en uno afecte a los otros. Por ejemplo, la práctica de ejercicio físico regular desarrollará la parcela física del bienestar, pero afectará también al “bienestar” emocional, incrementando los niveles de autoestima, lo que puede afectar a las relaciones sociales e interpersonales, y con ello, un mejor rendimiento en el trabajo o en la escuela. Cada cambio positivo será un peldaño hacia el estado de “bienestar”.
El informe de los médicos generales americanos (1996) menciona que la actividad física disminuye los síntomas de ansiedad y depresión además de ayudar a los ancianos a mantener una vida independiente y evitarles caídas y fracturas.
Los beneficios se producen siguiendo una actividad moderada como el gasto de 150 kcal./día o 1000k cal./semana, lo que se correspondería con andar enérgicamente 30 minutos todos los días. El beneficio obtenido es proporcional a la cantidad de actividad física regular practicada, hasta un límite en el que ya los beneficios no son correspondidos con el número de sesiones de entrenamiento. Este límite se sitúa al entrenar más de 5 sesiones a la semana.
Otro hecho importante, es que la actividad física atenúa los efectos de acontecimientos vitales estresantes y además, mejora el concepto de uno mismo y el funcionamiento intelectual.
Los beneficios de un programa bien diseñado de actividad física incluyen un incremento en la activación (vigilancia, alerta), mejoría de la autoestima e imagen corporal, alivio de la ansiedad, del estrés y de la depresión reactiva, y se dan mejoras cognitivas (maximización de la inteligencia) y del desarrollo psicomotor.
Se sabe muy poco sobre los efectos del ejercicio en las enfermedades psiquiátricas, conociéndose más en depresión y ansiedad. Aún se conoce menos su efecto clínico sobre la propia enfermedad psiquiátrica.
En teoría, la mayoría de los pacientes psiquiátricos experimentaran efectos beneficiosos tras un ejercicio físico regular dado su bajo nivel de forma. Esto podría, a su vez, desarrollar en ellos una sensación de dominio o superioridad (aumento de la autoestima). Otro cambio podría ser el que se originara a través de los cambios en la neurotransmisión cerebral.
El ejercicio físico también reduce los síntomas de ansiedad al igual que la relajación o la meditación. Parece que se obtienen mayores beneficios con ejercicio aeróbico que con programas de flexibilidad (yoga, tai-chi, streching...)
Los programas deben de durar un mínimo de 20 minutos por sesión y deben tener una duración aproximada de 10 semanas y luego perseguir la adherencia al ejercicio físico, consiguiendo que se instaure como un hábito.
MECANISMOS PSICOLÓGICOS PROVOCADOS POR EL EJERCICIO:
• Nos hace llevar un vida saludable.
• Nos distrae de pensamientos negativos.
• Nos relaciona socialmente.
• Se incrementan los niveles de autoeficacia (la confianza en la habilidad que tenemos para realizar algo está proporcionalmente relacionada con la habilidad para realizarlo)
• Se consigue maestría (sentido de independencia y éxito), control sobre uno mismo.
MECANISMOS FISIOLÓGICOS PROVOCADOS POR EL EJERCICIO:
• Aumenta la excreción de endorfinas.
• Aumenta los metabólitos de las monoaminas cerebrales y mejora la transmisión sináptica.
• Hipótesis termogénica.
• Impulsos del músculo y la actividad autonómica.
Para conseguir un aumento del bienestar se debe impulsar la creación de programas innovadores de educación física en las escuelas, que los pediatras y médicos de atención primaria lo recomienden a los padres y que se promueva la actividad física en los lugares de trabajo.
Por otro lado, debemos tener en cuenta que cada vez aumenta el tiempo de ocio y la sociedad es más longeva. Para conseguir un buen nivel de bienestar personal es preciso el establecimiento de metas y objetivos. Por ello, es preciso contar un buen nivel de motivación para comenzar a trabajar la búsqueda de un cuerpo sano.
Para ello, os propongo el siguiente esquema para planificar nuestro trabajo de salud.
El concepto de “bienestar”, incluye un buen estado de salud y vitalidad, basándose en distintos componentes como: físico, emocional, intelectual, espiritual, relaciones interpersonales sociales y ambientales. Todos estos factores están interconexionados, haciendo que un cambio en uno afecte a los otros. Por ejemplo, la práctica de ejercicio físico regular desarrollará la parcela física del bienestar, pero afectará también al “bienestar” emocional, incrementando los niveles de autoestima, lo que puede afectar a las relaciones sociales e interpersonales, y con ello, un mejor rendimiento en el trabajo o en la escuela. Cada cambio positivo será un peldaño hacia el estado de “bienestar”.
El informe de los médicos generales americanos (1996) menciona que la actividad física disminuye los síntomas de ansiedad y depresión además de ayudar a los ancianos a mantener una vida independiente y evitarles caídas y fracturas.
Los beneficios se producen siguiendo una actividad moderada como el gasto de 150 kcal./día o 1000k cal./semana, lo que se correspondería con andar enérgicamente 30 minutos todos los días. El beneficio obtenido es proporcional a la cantidad de actividad física regular practicada, hasta un límite en el que ya los beneficios no son correspondidos con el número de sesiones de entrenamiento. Este límite se sitúa al entrenar más de 5 sesiones a la semana.
Otro hecho importante, es que la actividad física atenúa los efectos de acontecimientos vitales estresantes y además, mejora el concepto de uno mismo y el funcionamiento intelectual.
Los beneficios de un programa bien diseñado de actividad física incluyen un incremento en la activación (vigilancia, alerta), mejoría de la autoestima e imagen corporal, alivio de la ansiedad, del estrés y de la depresión reactiva, y se dan mejoras cognitivas (maximización de la inteligencia) y del desarrollo psicomotor.
Se sabe muy poco sobre los efectos del ejercicio en las enfermedades psiquiátricas, conociéndose más en depresión y ansiedad. Aún se conoce menos su efecto clínico sobre la propia enfermedad psiquiátrica.
En teoría, la mayoría de los pacientes psiquiátricos experimentaran efectos beneficiosos tras un ejercicio físico regular dado su bajo nivel de forma. Esto podría, a su vez, desarrollar en ellos una sensación de dominio o superioridad (aumento de la autoestima). Otro cambio podría ser el que se originara a través de los cambios en la neurotransmisión cerebral.
El ejercicio físico también reduce los síntomas de ansiedad al igual que la relajación o la meditación. Parece que se obtienen mayores beneficios con ejercicio aeróbico que con programas de flexibilidad (yoga, tai-chi, streching...)
Los programas deben de durar un mínimo de 20 minutos por sesión y deben tener una duración aproximada de 10 semanas y luego perseguir la adherencia al ejercicio físico, consiguiendo que se instaure como un hábito.
MECANISMOS PSICOLÓGICOS PROVOCADOS POR EL EJERCICIO:
• Nos hace llevar un vida saludable.
• Nos distrae de pensamientos negativos.
• Nos relaciona socialmente.
• Se incrementan los niveles de autoeficacia (la confianza en la habilidad que tenemos para realizar algo está proporcionalmente relacionada con la habilidad para realizarlo)
• Se consigue maestría (sentido de independencia y éxito), control sobre uno mismo.
MECANISMOS FISIOLÓGICOS PROVOCADOS POR EL EJERCICIO:
• Aumenta la excreción de endorfinas.
• Aumenta los metabólitos de las monoaminas cerebrales y mejora la transmisión sináptica.
• Hipótesis termogénica.
• Impulsos del músculo y la actividad autonómica.
Para conseguir un aumento del bienestar se debe impulsar la creación de programas innovadores de educación física en las escuelas, que los pediatras y médicos de atención primaria lo recomienden a los padres y que se promueva la actividad física en los lugares de trabajo.
Por otro lado, debemos tener en cuenta que cada vez aumenta el tiempo de ocio y la sociedad es más longeva. Para conseguir un buen nivel de bienestar personal es preciso el establecimiento de metas y objetivos. Por ello, es preciso contar un buen nivel de motivación para comenzar a trabajar la búsqueda de un cuerpo sano.
Para ello, os propongo el siguiente esquema para planificar nuestro trabajo de salud.
- Establecimiento de la meta u objetivo/s a conseguir.
- Definir la realidad que nos rodea, para ello debemos definirla de manera descriptiva y positiva.
- Exponer las opciones posibles que podemos seguir para conseguir nuestra meta.
- Proponer ¿cómo?, ¿cuándo?, ¿dónde?, es decir, la voluntad, qué estamos dispuestos a hacer.