Los que me conocéis sabéis que, cuando corro, soy feliz, más aún si voy en grupo. Por eso, por que no sé decir que no y porque iban Alberto y los Drinking Runners, me apunté a la Maratón de Sevilla. Sabía que podría hacer las tiradas largas acompañada y que las posibilidades de correr sola en Sevilla eran escasas. Y así fue, todos me acompañasteis en los entrenos de los sábados o en alguna tirada larga.
Cuando me planté el domingo en la línea de salida, había reflexionado mucho cuales serían mis objetivos: no parar a hacer pis, no sufrir, bajar de 4 horas y correr acompañada, al menos, los primeros kms. Por suerte, estaba Luis, ya sabíamos que nuestros ritmos eran muy parecidos.
Empezamos a correr desde el último cajón, con Belén y Bea, a un ritmo cómodo, controlando pulsaciones, disfrutando de la animación de las calles, posando para los fotógrafos, acelerando cuando nos animaban. Llegamos a la media maratón sin darnos cuenta, en menos de dos horas, pero la temperatura va subiendo, no hay ni una nube, hace demasiado calor y es la parte más fea del recorrido. Corremos un rato con un grupo de corredores, con una camiseta de Marchena que van de juerga. Bebemos en cada puesto, nos echamos el agua por la cabeza pero el calor aprieta. La parte buena es que vamos llegando al parque de Maria Luisa y las calles están llenas de gente animando, qué pasada!!
En el km 30 las piernas ya se quejan y Luis y yo nos separamos para poder concentrarnos. Aquí empieza realmente el maratón. No pienso en nada, sólo respiro y corro. Yo ya SÉ en ese momento que voy a llegar a la meta en menos de 4 horas, y esa seguridad me empuja hacia delante. Me empujan también los ánimos de la gente, los grupos de música y chocar la mano de los niños. Ese es mi momento preferido de esta carrera, se me pone la piel de gallina cuando la gente grita mi nombre (lo llevo en el dorsal). Me acuerdo de mis compañeros de COENTRENA, que habrán terminado el entrenamiento y estarán tomando torreznos. Yo me tomo un gel (que remedio) y sigo, renegando por que hay adoquines y mis rodillas ya no están para nada. Quedan menos de 10 kilómetros y voy adelantando a muchos corredores, consigo mantener el ritmo, sin sufrir, sigo posando para los fotógrafos, es que no tengo remedio!!
Paso por un puente, luego por un parque , me cruzo con algunos corredores que han terminado y llevan su medalla, yo también quiero una de esas. En el km. 40 veo el estadio como un espejismo, parece que está cerca, pero no llega nunca, hay que dar unas vueltas antes de entrar. Me adelantan los de Marchena, que habíamos dejado atrás, no intento seguirles, sigo a mi ritmo. Y por fín, entro en el estadio, lleno de gente, piso el tartán y hago un sprint hasta la meta, totalmente innecesario. Me dan mi medalla y la sonrisa no se me quita hasta llegar a Madrid.
Esa medalla no es mía, es de Óscar, nuestro sensei, que siempre me apoya en mis retos, y de todos los compañeros de COENTRENA. Nunca habría terminado un maratón, ni dos, sin vosotros, chicos, y lo mejor no es haber mejorado mis tiempos, ni que mi marca sea de 3:56:54, eso es sólo un número, lo mejor es que en el entrenamiento y la carrera de maratón no sólo fortaleces el corazón y las piernas, también la mente y la voluntad, da igual lo que tardes y si llegas o no.
Igual que sabía que llegaría a la meta, ahora SÉ que mi próximo Maratón será el de Málaga, si os empeñáis, compañeros de COENTRENA, por que me encanta correr con vosotros, por que no sé decir que no y por que no me pierdo el debut de alguno/a en la maratón, la MMP de otros, ni, sobre todo, la medalla de Belén, a la segunda.
Cuando me planté el domingo en la línea de salida, había reflexionado mucho cuales serían mis objetivos: no parar a hacer pis, no sufrir, bajar de 4 horas y correr acompañada, al menos, los primeros kms. Por suerte, estaba Luis, ya sabíamos que nuestros ritmos eran muy parecidos.
Empezamos a correr desde el último cajón, con Belén y Bea, a un ritmo cómodo, controlando pulsaciones, disfrutando de la animación de las calles, posando para los fotógrafos, acelerando cuando nos animaban. Llegamos a la media maratón sin darnos cuenta, en menos de dos horas, pero la temperatura va subiendo, no hay ni una nube, hace demasiado calor y es la parte más fea del recorrido. Corremos un rato con un grupo de corredores, con una camiseta de Marchena que van de juerga. Bebemos en cada puesto, nos echamos el agua por la cabeza pero el calor aprieta. La parte buena es que vamos llegando al parque de Maria Luisa y las calles están llenas de gente animando, qué pasada!!
En el km 30 las piernas ya se quejan y Luis y yo nos separamos para poder concentrarnos. Aquí empieza realmente el maratón. No pienso en nada, sólo respiro y corro. Yo ya SÉ en ese momento que voy a llegar a la meta en menos de 4 horas, y esa seguridad me empuja hacia delante. Me empujan también los ánimos de la gente, los grupos de música y chocar la mano de los niños. Ese es mi momento preferido de esta carrera, se me pone la piel de gallina cuando la gente grita mi nombre (lo llevo en el dorsal). Me acuerdo de mis compañeros de COENTRENA, que habrán terminado el entrenamiento y estarán tomando torreznos. Yo me tomo un gel (que remedio) y sigo, renegando por que hay adoquines y mis rodillas ya no están para nada. Quedan menos de 10 kilómetros y voy adelantando a muchos corredores, consigo mantener el ritmo, sin sufrir, sigo posando para los fotógrafos, es que no tengo remedio!!
Paso por un puente, luego por un parque , me cruzo con algunos corredores que han terminado y llevan su medalla, yo también quiero una de esas. En el km. 40 veo el estadio como un espejismo, parece que está cerca, pero no llega nunca, hay que dar unas vueltas antes de entrar. Me adelantan los de Marchena, que habíamos dejado atrás, no intento seguirles, sigo a mi ritmo. Y por fín, entro en el estadio, lleno de gente, piso el tartán y hago un sprint hasta la meta, totalmente innecesario. Me dan mi medalla y la sonrisa no se me quita hasta llegar a Madrid.
Esa medalla no es mía, es de Óscar, nuestro sensei, que siempre me apoya en mis retos, y de todos los compañeros de COENTRENA. Nunca habría terminado un maratón, ni dos, sin vosotros, chicos, y lo mejor no es haber mejorado mis tiempos, ni que mi marca sea de 3:56:54, eso es sólo un número, lo mejor es que en el entrenamiento y la carrera de maratón no sólo fortaleces el corazón y las piernas, también la mente y la voluntad, da igual lo que tardes y si llegas o no.
Igual que sabía que llegaría a la meta, ahora SÉ que mi próximo Maratón será el de Málaga, si os empeñáis, compañeros de COENTRENA, por que me encanta correr con vosotros, por que no sé decir que no y por que no me pierdo el debut de alguno/a en la maratón, la MMP de otros, ni, sobre todo, la medalla de Belén, a la segunda.
Escrito por Isabel González
Miembro de Coentrena Club de Corredores y Salud
Miembro de Coentrena Club de Corredores y Salud