Son las 8.15 de la mañana, te has pegado un hipermadrugón, has subido y bajado un puerto en bus y tienes por delante 60 kms de montaña por delante. Y encima estás allí voluntariamente, sin que nadie te haya obligado. Dudas, tensión, canguelo. El estar llegando en el bus a Rascafría y ver a algunos corredores de los 80 y 110 kms que salieron el día de antes es la guinda que faltaba, te ves ya en el pastel. Motivación por las nubes.
La estrategia que íbamos a seguir Óscar y yo era muy clara, controlar muchísimo al principio, subir con calma, sacar partido de la base aeróbica que tenemos para ir siempre controlados de pulso y ya si eso al final nos veíamos con fuerzas pues apretamos. Queremos acabar, queremos disfrutar, y queremos hacerlo de forma responsable. Las machadas para otros. #EstiloUltreroCoentrena. Así arrancamos la subida al Puerto del Reventón, con calma y constantes. Subida fácil pero larga de cháchara que son muchas horas y hay que mantener la cabeza ocupada.
Avituallamiento a la hora y pico, el primero de carrera, un trozo de naranja, barrita de cereales, unos caramelos de cocacola, llenamos bien de agua porque sabemos que tenemos 18 kms sin avituallamientos y seguimos entre cánticos, que mejor no relatar, por la cuerda hasta llegar al entorno de Peñalara.
Explicar en palabras la espectacularidad de ese tramo es simplemente imposible. La preciosidad y tecnicidad del paso (aunque sea el lateral) de la Cresta de Claveles, con el ambiente de la gente que iba a animar, la fila de ultreros atacando la cima, es algo impresionante. Nosotros constantes en nuestro ritmo, bebiendo y comiendo sin parar, y algo más calladetes que había que estar concentrados. Cima en 3h25, ambiente bestial, y para abajo.
Avituallamiento a la hora y pico, el primero de carrera, un trozo de naranja, barrita de cereales, unos caramelos de cocacola, llenamos bien de agua porque sabemos que tenemos 18 kms sin avituallamientos y seguimos entre cánticos, que mejor no relatar, por la cuerda hasta llegar al entorno de Peñalara.
Explicar en palabras la espectacularidad de ese tramo es simplemente imposible. La preciosidad y tecnicidad del paso (aunque sea el lateral) de la Cresta de Claveles, con el ambiente de la gente que iba a animar, la fila de ultreros atacando la cima, es algo impresionante. Nosotros constantes en nuestro ritmo, bebiendo y comiendo sin parar, y algo más calladetes que había que estar concentrados. Cima en 3h25, ambiente bestial, y para abajo.
Si Óscar es el que marca el ritmo de subida, en la bajada me pongo yo delante. Bajada potente, desnivel perdido a punta pala, cuádriceps calentitos y llegamos al Chozo Aranguez tras haber disfrutado de la dificultad. ¡Y sin caernos!. Bastones a la mochila, y larga bajada por una senda fácil al trote cómodo y disfrutón hasta La Granja con la moral por las nubes. 5 horas y los tiempos y las sensaciones son estupendas.
Allí, espectacular ambiente, aplausos, pasillos de gente animando y alegría inmensa de ver a nuestra compañera de club María y a la DrinkingRunner Arantxa como voluntarias. ¡Muchisimas gracias!, sin los voluntarios una carrera así sería imposible. Y no debe ser fácil aguantar a los corredores con la concentración, el cansancio y la tensión de carrera. Parada larga, 20 minutos, ensalada de pasta para comer regada con coca cola, un maravilloso cambio de calcetines digno de un maharajá y vuelta a picar kilómetros.
Aquí vinieron los peores kilómetros. Un tramo de 11km junto al río, con calor, con los domingueros mirándonos con cara rara y el cansancio ya empezándose a notar. Además, aquí tuve mi error de estrategia del evento. Pensábamos que el avituallamiento de la Casa de Pesca estaba más cerca, y por esperar a llegar para comer luego más tarde, me comería una pajarilla. Avituallamiento: membrillo, agua y coca cola fresquita (los simpáticos voluntarios tenían las botellas dentro del río).
Salimos en grupo, muy agradable tener compañía después de unos kilómetros en soledad, con la expectativa a la subida al Puerto de la Fuenfría. Y que subida, dos kilómetros con una pendiente fuerte y que a estas alturas hace mucho daño a todos los corredores que vamos. Bueno, a casi todos, Óscar subía el muy mamón (dicho desde el cariño y el respeto) como si estuviera paseando al perro. Un gel, otro gel, y a pesar de ello llegada a la Fuente de la Fuenfría con un pequeño mareo.
Allí, espectacular ambiente, aplausos, pasillos de gente animando y alegría inmensa de ver a nuestra compañera de club María y a la DrinkingRunner Arantxa como voluntarias. ¡Muchisimas gracias!, sin los voluntarios una carrera así sería imposible. Y no debe ser fácil aguantar a los corredores con la concentración, el cansancio y la tensión de carrera. Parada larga, 20 minutos, ensalada de pasta para comer regada con coca cola, un maravilloso cambio de calcetines digno de un maharajá y vuelta a picar kilómetros.
Aquí vinieron los peores kilómetros. Un tramo de 11km junto al río, con calor, con los domingueros mirándonos con cara rara y el cansancio ya empezándose a notar. Además, aquí tuve mi error de estrategia del evento. Pensábamos que el avituallamiento de la Casa de Pesca estaba más cerca, y por esperar a llegar para comer luego más tarde, me comería una pajarilla. Avituallamiento: membrillo, agua y coca cola fresquita (los simpáticos voluntarios tenían las botellas dentro del río).
Salimos en grupo, muy agradable tener compañía después de unos kilómetros en soledad, con la expectativa a la subida al Puerto de la Fuenfría. Y que subida, dos kilómetros con una pendiente fuerte y que a estas alturas hace mucho daño a todos los corredores que vamos. Bueno, a casi todos, Óscar subía el muy mamón (dicho desde el cariño y el respeto) como si estuviera paseando al perro. Un gel, otro gel, y a pesar de ello llegada a la Fuente de la Fuenfría con un pequeño mareo.
Agua, barrita de cereales, barrita energética, I´m back bitches, y a andar-correr el toboganero Camino Schmidt sabiendo que estamos ya en cuenta atrás. El olor a finisher se empieza a notar y el ambiente que llevamos con otros corredores es totalmente optimista. El cansancio existe, llevamos ocho horas y media pero estamos disfrutando como enanos. Y llegando a los Cogorros, sorpresón: Sheila, Vanesa, Alfredo y Yoko dándonos ánimos. Muchisimas gracias por subir, se notan mucho, muchísimo
Último avituallamiento en el Puerto de Navacerrada, galletas saladas a mogollón que me encantan y me quitan el saturado regusto a geles e isotónica y a afrontar una pequeña subida y la bajada final. Allí sacamos nuestro mejor momento, nos hinchamos a adelantar corredores en la bajada, disfrutando, con las piernas respondiendo perfectamente. Increíble que llevaramos 9 horas y media de carrera y bajaramos de esa forma. Nuestra estrategia no solo nos había permitido acabar, si no que encima vamos a acabar disfrutando. Llegada a la Barranca, alegría, sabemos que estamos, es todo sonrisas. 4kilómetros de pista fácil en bajada, y una espectacular meta en la plaza de Navacerrada.
¡¡FINISHERS!! ¡¡10h33!¡
Último avituallamiento en el Puerto de Navacerrada, galletas saladas a mogollón que me encantan y me quitan el saturado regusto a geles e isotónica y a afrontar una pequeña subida y la bajada final. Allí sacamos nuestro mejor momento, nos hinchamos a adelantar corredores en la bajada, disfrutando, con las piernas respondiendo perfectamente. Increíble que llevaramos 9 horas y media de carrera y bajaramos de esa forma. Nuestra estrategia no solo nos había permitido acabar, si no que encima vamos a acabar disfrutando. Llegada a la Barranca, alegría, sabemos que estamos, es todo sonrisas. 4kilómetros de pista fácil en bajada, y una espectacular meta en la plaza de Navacerrada.
¡¡FINISHERS!! ¡¡10h33!¡
140 ppm de media, cero calambres, puesto 156 de 368 corredores que salimos, y con la alegría de haber conseguido terminar un tipo de prueba que desde hace mucho tiempo deseaba hacer. ¿La clave? Beber y comer y beber sin parar, una estrategia de intensidad acertada y tener una buena base que nos permite movernos con pocas pulsaciones y no entrar en las subidas nunca en anaérobico. ¿Repetiremos? Pues probablemente. De primeras, Jesús tiene que correrla por haberse quedado este año en las puertas por lesión (como te echamos de menos Chin), y de segundas, la experiencia ha sido tan buena en todos los sentidos que ya hay ganas de repetir.
Peñalara, ¡volveremos a vernos las caras!
#estilocoentrena
Peñalara, ¡volveremos a vernos las caras!
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